Porque la lucha vecinal no terminó y la basura acumulada durante 28 años no se fue, en Bouwer los residuos de la ciudad de Córdoba y la montaña que los contiene siguen generando cosas en los habitantes locales.
En este caso, algo lindo: un cuento. Escrito por una vecina que quiso compartirlo:
"PIRUCHA, LA BOLSITA QUE QUERÍA CONOCER LA MONTAÑA ENCANTADA"
Pirucha era una bolsita que vivía en un basural, uno de tantos a cielo abierto. Sus días transcurrían con alegría, pero ella era curiosa y muy aventurera, como también muy sociable. Vivía constantemente en reuniones con otras bolsitas y en una de esas reuniones escuchó que había un basural muy grande y que allí se encontraba una montaña encantada. Como hacía mucho que ella quería conocer una montaña comenzó a preguntar dónde se encontraba. Alguien le dijo que en la localidad de Bouwer.
Una mañana muy temprano preparó su mochilita y esperó un camión que llegaba al basural antes de que saliera el sol. Subió y se acomodó, pero iba muy completo, tanto que la empujaron y cayó del camión. Menos mal que cayó sentada en medio de la calle. Pirucha no sabía a dónde ir. Siguió caminando, algún camión, auto, carro, “¡alguien me irá a llevar!”, pensó. Estaba asustada porque era la primera vez que salía de su hogar: los árboles, las flores, los animalitos, todo era diferente, hasta un canal donde tenía que cruzar por un puente viejo. Pero ella también había escuchado que se llamaba Circunvalación por donde pasaban enormes camiones, colectivos, autos a mucha velocidad. También a los costados había muchas casitas bajitas y altas, los niños jugaban en las plazas, con barriletes, un perrito le movía la colita como si quisiera que fuera su amiga. Un gato la invitó a subir a su patineta y ella aceptó porque se sentía feliz de jugar con los niños y animalitos; pero en su pensamiento estaba Bouwer, tenía que llegar a ese lugar. Continuó con su caminata hasta que comenzó a ver campos con algunos tractores que estaban sembrando, había casitas, niños, mamás, papás, abuelitos, pero se podía observar gente que conversaba y estaba muy preocupada porque no podían respirar por el olor a basura, ¡hasta tenían que dormir con las ventanas cerradas! Había vecinos que se enfermaban: algunos de cáncer, enfermedades respiratorias en los niños, lagrimeos en los ojos, animales con malformaciones (con tres deditos, labio leporino). Mientras ella iba caminando escuchaba que había habido una fábrica de plomo y que un señor Juan la había cerrado. Se notaba que estaban preocupados; pero las autoridades municipales y provinciales nunca se preocuparon por este pequeño pueblo tan cercano a la ciudad, no le prestaron atención a algo tan importante como la salud. Se la veía como una localidad olvidada a su suerte.
Siguió caminando y comenzó a ver árboles que en sus ramas tenían bolsitas como si fueran flores blancas y también en los cercos de los campos. Era seguro que había llegado al "Gran Basural". Allí estaba la montaña que ella quería conocer, con muchos pocitos por los cuales despedía gases venenosos. Se fue acercando, pero se encontró con un portón cerrado: estaba cerrado el basural. La bolsita estaba tan cansada que se quedó dormida. En sus sueños aparecía la montaña encantada que ella quería conocer, pero ella no sabía que había hecho tanto daño a la población de la localidad de Bouwer.
La bolsita sigue durmiendo y los vecinos de Bouwer siguen esperando que se realice la "REMEDIACIÓN" del terreno para que no existan más enterramientos a cielo abierto, para que solo se vean árboles autóctonos cubriendo el elevado terreno, florecidos en primavera junto con otras flores que nos brindan su belleza en el campo. Porque los vecinos lucharon y siguen luchando para que nuestra madre naturaleza tenga su libertad y proteger el medio ambiente para un futuro mejor de sus habitantes.
I.P., autora, vecina de Bouwer
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